COSECHANDO ESTRUCTURAS



Cercados por el avance de las fronteras agrícolas, la pequeña comunidad wichi Hala Pelah (Misión San Benito) resiste los embates de la deforestación en un pequeño oasis verde donde han sabido proteger el monte que representa su sustento. Con el objetivo de preservar el impactado recurso forestal y brindar soluciones sobre los desequilibrios que su ausencia genera en la dinámica de los ríos, proponemos el uso de la guadua como material de construcción y forestación de riberas. Con una capacidad de crecimiento dinámica, este recurso podría representar una variante efectiva de la madera ayudando a contrarrestar los efectos de la tala. En su combinación con distintas técnicas de tierra (quincha, entramados, etc), buscaremos la creación de un sistema cerrado para el auto abastecimiento de materia prima aplicable a una gran variedad de soluciones arquitectónicas, aplicaciones de uso cotidiano,  conservación de suelos, estabilización de riberas, etc. 

Cuenta el relato popular, que el río Tartagal era solo un pequeño curso de agua apenas registrado en los mapas cartográficos. Los vecinos de las comunidades rurales que habitan sus orillas, lo cruzaban caminando para ir a uno u otro lado… pero la deforestación aumentó el escurrimiento superficial de sus altas cuencas. La falta de cobertura riparia disminuyo su capacidad de retención de las aguas de lluvia, socavando para transformar pequeños cursos en grandes zanjones. Con sus desbordes del año 2006 y 2009, el río Tartagal representa una constante amenaza para los habitantes de sus riberas. En este contexto de desequilibrios ambientales, económicos y sociales provocados por el manejo irracional de los recursos naturales, la guadua surge como una alternativa viable contra la erosión. A la vez, su rápido crecimiento supone una fuente de materia prima para la construcción y un sustituto viable del recurso maderamen del monte. En tan solo 3 años, una hectárea de guadua podría abastecer del material necesario para la construcción de 9 viviendas. 
Para ello, proponemos una unidad domestica apropiada a los usos y recursos disponibles en una pequeña comunidad, en donde sus componentes elementales puedan ser cosechados en el ámbito inmediato. El sistema estará compuesto por un sobretecho traslucido, capaz de recolectar agua y generar las condiciones de sombra y ventilación necesarias para el acondicionamiento térmico de la vivienda. Los espacios cerrados para dormir, cocinar y servicios se ejecutaran con bastidores de quincha sobre un zócalo de ladrillo. Entre estos, la familia se apropiara de un espacio indefinido para el encuentro y la vida diaria. Como una gran galería, ambientes abiertos y cerrados se relacionaran en un ámbito de límites indefinidos con el monte. La guadua utilizada para la estructura y los cerramientos, será cosechada y curada en el mismo lugar.
 
La unidad domestica wichi es el resultado de una compleja trama de significados y vínculos entre los miembros de una comunidad y el monte. El presente trabajo busca superar la condición objetual de la vivienda para asignarle una escala social más amplia, capaz de ligar lo construido con el paisaje, la tecnología con los recursos, los usos con los significados y los aspectos simbólicos que la insertan en el universo de un territorio amenazado y en agonía.



XhARA
infoxhara@gmail.com
Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina)
Noviembre, 2016